La prostitución es el acto por el que un hombre o una mujer acepta cualquier tipo de práctica sexual a cambio de dinero, bienes materiales o alguna otra ventaja (conseguir un trabajo, un ascenso, un contrato, etc.). Algunas personas han hecho de ello su profesión. La prostitución también se conoce como « sexo de pago », trabajo sexual, etc. En los círculos escolares y estudiantiles, se ha inventado el concepto de NTS (Notas de Transmisión Sexual). Se dice que la prostitución es la profesión más antigua del mundo. Con los años se ha sofisticado: ahora se utilizan Internet y las redes sociales (Youtube, Facebook, Twitter, etc.) para aumentar el número de clientes.
El ejercicio de la prostitución es una forma grave de fornicación o adulterio, o incluso de homosexualidad, porque se reduce a la prostituta al placer que se obtiene de ella y, además, se la trata como una mera mercancía. Las relaciones sexuales deben ser un don personal, total y gratuito de marido y mujer entre sí como muestra de amor. Las prostitutas son generalmente mujeres, pero también hay hombres, niños y adolescentes. Entre las numerosas causas de la prostitución figuran la pobreza, el desempleo y determinadas situaciones familiares [1] :
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el descuido de algunos padres en la educación de sus hijos;
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la irresponsabilidad de los hombres hacia sus esposas;
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amas de casa sin ingresos
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niñas que han perdido a su padre o a su madre o que han sido expulsadas del hogar paterno por diversas razones y abandonadas a su suerte
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viudas sin recursos con hijos
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concubinas que han perdido a su amante o han sido rechazadas, a veces con hijos;
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hijas mayores que han perdido a ambos padres y tienen que mantener a sus hermanos y hermanas
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niñas que tienen que mantener económicamente a sus padres ancianos o enfermos;
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la dislocación de la familia en la ciudad
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la rebelión contra los padres o el cónyuge;
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el amor al dinero, el deseo de imitar a los demás, de vivir de acuerdo con la moda (tener la última moto, un buen coche, un gran chalet, el último teléfono o tableta, etc.);
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el deseo de obtener un diploma, unas prácticas, un empleo, un ascenso o un contrato a cualquier precio;
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una profunda decepción sentimental, sobre todo si fueron víctimas de abusos sexuales en la infancia: las personas que se prostituyen están desesperadas por recuperar un amor idealizado y decepcionado, por cumplir una expectativa incumplida o por vengarse;
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La pérdida de valores morales: quienes se han acostumbrado al vagabundeo sexual no dudan en prostituirse a cambio de una remuneración.
Sea cual sea la razón que lleve a « la prostitución, comportamiento que la doctrina cristiana ha considerado siempre gravemente inmoral » [2], es un hecho que algunas personas que pasan por las mismas dificultades optan heroicamente por no prostituirse. Los cristianos, en particular, deben recordar que no están exentos de pobreza y penurias, y que su maestro, Jesús, sufrió mucho; ¡incluso nació en una cueva de animales, envuelto en pañales y acostado en un pesebre! Y « no está el discípulo por encima del maestro". (Lc 6, 40) "Si aceptamos de Dios el bien, ¿no aceptaremos el mal? » (Jb 2, 10)
Es trabajando honradamente para mejorar nuestra suerte – pues « si alguno no quiere trabajar, que tampoco coma » (2 Ts 3, 10), dice san Pablo – y abandonándonos pacientemente a la Providencia mediante la oración asidua (cf. Mt 6, 24-34) que podemos encontrar una solución feliz y duradera a nuestros problemas. Jesús alabó a la viuda pobre que puso dos céntimos en el tesoro del Templo, que era todo lo que tenía para vivir, porque tenía fe en que, en su pobreza, Dios mismo se preocuparía de encontrarle algo para vivir (cf. Mc 12, 41-44).
Los más escépticos podrían preguntarse si la prostitución no sería loable cuando sus frutos se emplean en buenas obras (honrar ordenanzas, pagar la escuela, alimentar a una familia, etc.). « Una intención buena (por ejemplo: ayudar al prójimo) no hace ni bueno ni justo un comportamiento en sí mismo desordenado (como la mentira y la maledicencia). El fin no justifica los medios. Hay actos que, por sí y en sí mismos, independientemente de las circunstancias y de las intenciones, son siempre gravemente ilícitos por razón de su objeto; por ejemplo, la blasfemia y el perjurio, el homicidio y el adulterio. No está permitido hacer el mal para obtener un bien » [3]..
El dinero procedente de la prostitución siempre se ha considerado dinero sucio: « No llevarás a la casa de Yahveh tu Dios don de prostituta ni salario de perro [de prostituto], sea cual fuese el voto que hayas hecho: porque ambos son abominación para Yahveh tu Dios » (Dt 23, 19). Así pues, las prostitutas y todos aquellos que se lucran con la prostitución (proxenetas, intermediarios entre prostitutas y clientes, propietarios de burdeles, dueños de maquis y locales de copas que fomentan deliberadamente la presencia de prostitutas en estos lugares, etc.) deben trabajar en su propria conversión, especialmente si están bautizados.
Los clientes de las prostitutas corren grandes riesgos para su economía al dilapidar el patrimonio familiar: una primera visita a una prostituta, luego una segunda... Uno le coge el gusto, se hace esclavo de ella, se hunde en el vicio y no se sabe cómo salir. De ahí el consejo del Eclesiástico: « A prostitutas no te entregues, para no perder tu herencia » (Si 9, 6). Cuidado, pues, con ir a discotecas y a ciertos bares, con el alcoholismo, con las malas compañías y con afrontar mal los problemas personales, profesionales o familiares. Porque el alcohol y el sexo nunca han sido soluciones para el estrés, las situaciones tensas o los conflictos conyugales. Al contrario, los empeoran.
Visitar prostitutas parece ser el canal por el que también se pierde el dinero adquirido fácil o deshonestamente (premios de lotería, robos, desfalcos, venta de drogas, etc.). Apenas el hijo pródigo recibió la mitad de la herencia de su padre, que había exigido en vida, la malgastó en prostitutas hasta el punto de no tener ya ni para comer (cf. Lc 15, 11-32). La prostitución es también el lugar por excelencia donde se propagan el SIDA y otras infecciones de transmisión sexual.
La causa principal de la prostitución es la pobreza material o moral. La preocupación por los pobres es un tema constante en todos los libros de la Biblia. Por ejemplo, oímos decir a Jesús: « Cuando des un banquete, llama a los pobres, a los lisiados, a los cojos, a los ciegos; y serás dichoso, porque no te pueden corresponder, pues se recompensará en la resurrección de los justos » (Lc 14, 13-14). No sólo debemos ayudar a los pobres de todo tipo sin esperar nada a cambio, sino que tampoco debemos aprovecharnos nunca, ni siquiera sexualmente, de su desgracia: « Si tu hermano se empobrece y vacila su mano en asuntos contigo, lo mantendrás como forastero o huésped, para que pueda vivir junto a ti. No le darás por interés tu dinero ni le darás tus víveres a usura » (Lv 25, 35.37). « No oprimirás a tu prójimo, ni lo despojarás » (Lv 19, 13).
Además, entre las buenas obras realizadas en favor de los pobres, ocupa un lugar destacado la provisión de ropa para ocultar su desnudez, protegerlos contra la intemperie y darles dignidad en la sociedad. En el libro del Génesis, cierto campesino « bebió un poco de vino, se vistió y quedó desnudo en medio de su casa. Vio Cam, el padre de Canaán, vio la desnudez de su padre y se lo contó a sus dos hijos. Entonces Sem y Jafet tomaron el manto, se lo echaron al hombro los dos, y andando hacia atrás, vueltas las caras, cubrieron la desnudez de su padre sin verla » (Gn 9, 21-23).
El día del juicio, Jesús dirá a unos: « Venid, benditos de mi Padre. Porque tuve hambre, y me disteis de comer; estaba desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a verme », y los demás: « Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el Diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; era forastero, y no me acogisteis; estaba desnudo, y no me vestisteis; enfermo y en la cárcel, y no me visitasteis. Cuanto dejasteis de hacer con uno de estos más pequeños, también conmigo dejasteis de hacerlo » (cf. Mt 25, 31-46). ¿Qué cabe esperar, pues, de quienes, en lugar de « salvad al oprimido de mano del opresor » (Jer 21, 12), en vez de ayudar a las prostitutas a recuperar su dignidad, contribuyen a mantenerlas en el oficio y a desnudarlas indebidamente?
En el sentido de la parábola del buen samaritano (cf. Lc 10, 30-37), las prostitutas son los medio-muertos moral y espiritualmente, golpeados (sexualmente), despojados de sus ropas y de su dignidad, tirados en nuestro camino, a los que la gente « de bien » no se atreve a acercarse por miedo a ensuciarse, y a los que señalan con el dedo, acusan y condenan al pasar por el otro lado del camino. Sin embargo, buscan una mano amiga que les aconseje y les levante. Algunos viven negándolo: « es mi elección, me gusta este trabajo, cada uno tiene su libertad, es porque hay clientes que estamos aquí, etc. ». Otras, en cambio, reconocen y lamentan sus terribles condiciones de vida, el rechazo de sus familias, los clientes violentos, las humillaciones que sufren, la explotación de los proxenetas, las enfermedades, el dolor, las secuelas de abortos y abortos espontáneos, el consumo de drogas para ahogar sus preocupaciones, la pérdida de autoestima, una visión muy negativa de los hombres, la pérdida del sentido de la vida, la dificultad para salir y ver una mañana mejor, etc. Nuestras oraciones, al menos, pueden acompañarlos. Muchos testimonios demuestran que la conversión es posible.
« Con el sudor de su rostro el hombre comerá su pan » (cf. Gn 3, 19) y no con el sudor de su sexo. En fin, « la raíz de todos los males es el afán de dinero, y algunos, por dejarse llevar de él, se extraviaron en la fe y se atormentaron con muchos dolores. Tú, en cambio, hombre de Dios, huye de estas cosas; corre al alcance de la justicia, de la piedad, de la fe, de la caridad, de la paciencia en el sufrimiento, de la dulzura. Combate el buen combate de la fe, conquista la vida eterna a la que has sido llamado y de la que hiciste aquella solemne profesión delante de muchos testigos » (1 Tm 6, 10-12).
Notas :
[1] De Père François SEDGO, Prévention SIDA et éducation chrétienne de la sexualité humaine.
[2] Congregación para la doctrina de la fe, Nota sobre la banalización de la sexualidad a propósito de algunas lecturas de "luz del mundo", 21 de diciembre de 2010.
[3] Catecismo de la Iglesia Católica, n°1753.1756
Autor : Padre Kizito NIKIEMA, sacerdote de la archidiócesis de Uagadugú (Burkina Faso).
Traducción: Hermana Viviane COMPAORE.
- Este artículo está tomado de su libro: Mi cuerpo y el amor: La Buena Nueva sobre la sexualidad
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