En su carta a los Romanos, san Pablo critica el comportamiento de algunos habitantes de la ciudad de Roma: « Sus mujeres invirtieron las relaciones naturales por otras contra la naturaleza; igualmente los hombres, abandonando el uso natural de la mujer, se abrasaron en deseos los unos por los otros, cometiendo la infamia de hombre con hombre, recibiendo en sí mismos el pago merecido de su extravío. Aunque conocedores del veredicto de Dios que declara dignos de muerte a los que tales cosas practican, no solamente las practican, sino que aprueban a los que las cometen » (Rm 1, 26-27.32).

El « uso natural de la mujer » en cuestión prohíbe tanto el sexo anal (sodomía) como el sexo oral, incluso entre un hombre y una mujer. Quienes los practican los ven como alternativas a las uniones sexuales normales, sin riesgo de embarazo. Sin embargo, son ilegales porque, también en este caso, se busca el placer sexual por sí mismo, separado de los fines de procreación y unión.

El sexo anal o sodomía [1] es una conducta sexual que consiste en introducir el sexo masculino u otro objeto en el ano de la pareja. Cabe señalar que el músculo del ano (esfínter) no es tan flexible como el del sexo femenino, de ahí el dolor que experimentan la mayoría de los practicantes de sexo anal a pesar del uso de lubricantes. La distensión de este músculo puede provocar microcortes, hemorragias o fisuras anales. A menudo ocurre que en algunas personas que practican la sodomía, el esfínter (el músculo anal) se afloja y ya no es capaz de retener las heces y los gases. Estas personas se ven obligadas a llevar pañales todo el tiempo para contener las heces.

Además, la mucosa del recto es frágil y porosa a los virus y bacterias. Tiene la propiedad, que aprovechan los supositorios, de absorber las sustancias depositadas en el recto. En consecuencia, es un caldo de cultivo más favorable para las infecciones de transmisión sexual, en particular el SIDA. Por ello, las tasas más elevadas de infección por el VIH y de enfermedades de transmisión sexual, así como de cáncer anal, se registran entre los hombres homosexuales.

El sexo oral se refiere a formas de sexualidad en las que el sexo de una persona es estimulado por la boca, la lengua o los labios de otra persona o por ella misma. Estas prácticas también se conocen como felación, autofelación, cunnilingus, « mamadas », « chupadas », etc. La estimulación del ano con la lengua se conoce como anilingus.

Todas estas prácticas, tan popularizadas por la pornografía y los medios de comunicación, no están exentas de riesgos médicos. Las personas que se entregan a estas prácticas sufren regularmente problemas de garganta, anginas persistentes, etc. Estas personas también están expuestas al contagio de infecciones de transmisión sexual a través de la boca (VIH-SIDA, pero también sífilis, herpes, condilomas, clamidia, gonorrea, varios tipos de hepatitis) y, a largo plazo, cáncer de garganta o de boca.

El caso de las prácticas homosexuales ya se ha tratado anteriormente. Una chica no puede aceptar el sexo anal u oral como alternativa a mantener su virginidad. La castidad es todo un estado de ánimo. Recordemos esta instrucción: « La fornicación, y toda impureza o codicia, ni siquiera se mencione entre vosotros, como conviene a los santos » (Ef 5, 3).

Nota : 

[1] Esta palabra proviene del nombre de la ciudad de Sodoma que fue destruida debido a las acciones de sus habitantes: « Llamaron a voces a Lot y le dijeron: "¿Dónde están los hombres que han venido donde ti esta noche? Sácalos, para que abusemos de ellos." Lot salió donde ellos a la entrada, cerró la puerta detrás de sí, y dijo: "Por favor, hermanos, no hagáis esta maldad. Mirad, aquí tengo dos hijas que aún no han conocido varón. Os las sacaré y haced con ellas como bien os parezca; pero a estos hombres no les hagáis nada, que para eso han venido al amparo de mi techo." » (Gn 19, 5-8)