Las personas que no están casadas (solteros, novios, viudos y viudas) también están concernidas por la virtud de la castidad, que implica autodominio y se caracteriza esencialmente por la abstinencia de relaciones sexuales.

Cuando un diabético se queda sin comer un dulce, todo el mundo lo considera normal. Si uno se priva de la televisión para preparar el bachillerato, todo el mundo lo considera lógico. Pero si alguien se priva del sexo por un bien mayor, la opinión general es que eso es anormal, sospechoso, anticuado, lamentable y escandaloso. Si no hay nada malo en que un enfermo se prive de todo lo que pueda agravar su enfermedad, incluso de cosas buenas a priori y legítimamente consumidas por los demás, con más razón una persona reflexiva debería privarse de todo lo que pueda perjudicar su salud emocional o incluso su salud física, herirla profundamente, y dañar su futuro.

Ocurre a menudo que quienes afirman abiertamente que la abstinencia no es posible pasan varios meses sin actividad sexual, sin hacer ningún esfuerzo particular. Pero hoy en día, no está bien visto hablar de castidad, virginidad y fidelidad a Dios.

Que no pretendamos que las tentaciones sean demasiado fuertes, pues, como dice la Escritura, « no habéis sufrido tentación superior a la medida humana. Y fiel es Dios que no permitirá seáis tentados sobre vuestras fuerzas. Antes bien, con la tentación os dará modo de poderla resistir con éxito » (1 Co 10, 13). ¿No nos ha mandado el Señor que velemos y oremos para no caer en tentación? (cf. Mt 26, 41)

Según Jason Evert, « la castidad, y en particular la abstinencia, tiene mala fama porque implica morir dentro de nosotros mismos. Pero esta muerte sirve para algo. En palabras de Cristo, "si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda él solo; pero si muere, da mucho fruto" (Jn 12, 24). El mundo ve la muerte en la castidad porque no tiene paciencia para ver surgir la vida y el amor al final del sacrificio. No es la represión ni la culpa lo que motiva al hombre o a la mujer castos, sino el deseo del amor verdadero. Por esta razón, la virtud de la pureza es sumamente atractiva. Liberados de la agresión de la sexualidad egoísta, los puros están listos para amar, ya que fuimos creados para amar.

Viajo con frecuencia por mi país dando charlas sobre la castidad, y a menudo me encuentro en conversaciones sobre mi trabajo. Inevitablemente, la gente me pregunta si practico lo que predico. Después de explicarles que esperé a casarme para tener relaciones sexuales, siempre me miran desconcertados. Entonces llega la pregunta universal: ''Entonces... ¿no tuviste deseos?''. He pensado en todo tipo de formas divertidas de responder a esa pregunta, pero la cuestión es que el mundo no puede imaginar que un joven con deseos sexuales no los satisfaga.

Trabajar según el plan de amor de Dios no elimina los deseos sexuales, sino que los ordena. La persona casta experimenta las atracciones sexuales en toda su intensidad, pero antepone el amor al otro a la tentación de la lujuria » [1].

Sin la firme decisión de vivir casto dando los pasos necesarios (prudencia, oración, autocontrol, etc.), es difícil vivir en la pureza. San Juan Crisóstomo lo reconoce : « Porque la bella disposición del semblante, los movimientos acompasados, el afectado cuidado en el andar, la inflexión de la voz, los ojos pintados, las mejillas cubiertas de afeites, el adorno de los rizos y compostura de los cabellos, la suntuosidad de los vestidos y la variedad de los ornamentos de oro, y la belleza de las piedras preciosas, y la fragancia de los ungüentos, y todas las otras cosas que arrebatan la atención de las mujeres, pueden turbar el alma, a menos que uno se haya fortalecido por medio de una templanza muy austera » [2].

Por supuesto, la pureza para los solteros no se limita a la continencia (abstinencia de relaciones sexuales), sino a la abstinencia de todo tipo de lujuria: pornografía, masturbación, malos pensamientos, etc.

« Sabéis, en efecto, las instrucciones que os dimos de parte del Señor Jesús. Porque esta es la voluntad de Dios: vuestra santificación; que os alejéis de la fornicación, que cada uno de vosotros sepa poseer su cuerpo con santidad y honor, y no dominado por la pasión, como hacen los gentiles que no conocen a Dios. Que nadie falte a su hermano ni se aproveche de él en este punto, pues el Señor se vengará de todo esto, como os lo dijimos ya y lo atestiguamos, pues no nos llamó Dios a la impureza, sino a la santidad. Así pues, el que esto desprecia, no desprecia a un hombre, sino a Dios, que os hace don de su Espíritu Santo » (1 Ts 4, 2-8).

 

Notas : 

[1] Jason Evert, "Isn’t being chaste the same thing as being a prude?" in If You Really Loved Me: 100 Questions on Dating, Relationships, and Sexual Purity, Servant Books, 2009. La traducción es nuestra.

[2] San Juan Crisóstomo, Tratado sobre el sacerdocio, libro VI, 2.

 


Autor : Padre Kizito NIKIEMA, sacerdote de la archidiócesis de Uagadugú (Burkina Faso).
Traducción: Hermana Viviane COMPAORE.


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